La última vez que le vi a David Gistau fue unos pocos días antes de su muerte. Estaba en una pequeña habitación en el Clínico. Había que ponerse una bata verde para entrar. Manuel Jabois le estaba leyendo un libro. Tuve la impresión de que estaba dormido. Su expresión era de placidez. Parecía a punto de despertar. Le estuve hablando durante varios minutos.